
La Libertadores nunca defrauda. Flamengo y River se disputaron la gloria continental en un partido que tuvo emociones desde los primeros minutos. El estadio Monumental de Lima, en perú, fue testigo de la hazaña de Flamengo que en los compases finales del encuentro logró darle la vuelta al marcador y poner el 2-1 definitivo gracias a dos goles del máximo artillero del torneo, Gabriel Barbosa, apodado «Gabigol».
River Plate empezó concentrado, con intensidad, presionando bien la salida de Flamengo. El planteamiento táctico del «muñeco» Gallardo complicó la vida del equipo de Río de Janeiro durante todo el primer tiempo: no encontraron la pelota, no se sintieron cómodos y, prácticamente, no generaron peligro cerca de la portería defendida por Franco Armani. El dominio de River fue tal que no tardó en romper el 0-0 inicial. Rafael Borré mandó a guardar la redonda en el minuto 14, luego de un pase de Nacho Fernández. Con este marcador, River se fue ganando al entretiempo y dejando buenas sensaciones.
El segundo tiempo arrancó muy parecido al primero, el control fue del conjunto argentino que no bajó el pie del acelerador. River tuvo chances para liquidar el partido, las desaprovechó y las terminó pagando caro. Los dirigidos por Jorge Jesús aprovecharon el notorio desgaste físico de los jugadores de River al acercarse la recta final del partido.
La tarde de Gabigol
Los últimos 10 minutos fueron para Flamengo y para la figura de la tarde: Gabigol. A falta de dos minutos para cumplir el tiempo reglamentario y tras una maravillosa triangulación, Gabriel Barbosa solo tuvo que empujar el balón para igualar el marcador. Este gol fue un balde de agua fría para los jugadores de River que no reaccionaron y que tan solo 4 minutos después, en el 90+2, observaron el error de Pinola al no lograr rechazar un balón que iba picando y que Gabigol cazó, le metió un zurdazo y venció a Armani para poner el definitivo 2-1.
Gabigol, que había pasado desapercibido durante gran parte del partido, hizo su doblete y se convirtió en la estrella del partido. Ya había marcado en fase de grupos, octavos, cuartos, semis y lo hizo también en la final. Esto le bastó para consolidarse como el máximo goleador de la competición con 9 tantos. La actuación del brasileño tuvo de todo, desde el inicio se vio envuelto en polémica por tocar la copa antes de empezar el partido, una «maldición» que impide ganar la final al que toque la copa antes de dar inicio el juego, para fortuna de Gabigol, esta ocasión se rompió ese maleficio. Tan solo unos minutos después del 2-1, el árbitro Roberto Tobar lo expulsó por provocación.
